domingo, 8 de septiembre de 2013

Compartir es tan maravilloso

técnica: Pintura acrílica sobre tela
medidas: 1 metro. x 1 metro
año:2013

Cuentos

El Ladrón y el monje.

OSHO

Una noche de luna llena un ladrón entro en la casa de un monje zen. Era una pequeña choza cerca de un pueblo. La puerta estaba abierta porque en la casa no había nada por lo cual la puerta tuviese que estar cerrada.
El maestro zen solo tenía una manta que usaba durante el DIA para cubrir su cuerpo y durante la noche para dormir. Estaba despierto, al costado de la ventana, mirando la luna llena elevándose. Era una noche hermosa, muy silenciosa y tranquila.
Cuando el ladrón entro aparecieron lágrimas en los ojos del maestro. Lagrimas porque no había nada en la casa. Y el pobre muchacho había venido de un pueblo lejano!!!!
Había que hacer algo de inmediato y había que hacerlo de tal manera que el ladrón no se sintiera perturbado, que no se sintiera insultado. Por el contrario debía sentirse honrado.
Prendió una pequeña vela y cubriéndose con la manta, entro detrás del ladrón.
Cuando el ladrón lo vio entrar se asusto.
El maestro dijo: ” no te asustes. De hecho he vivido en esta casa durante treinta años y he mirado en cada esquina y rincón y no hay nada, estoy inmensamente afligido. Me has honrado porque los ladrones van a la casa de los ricos, de los reyes y a los palacios.
Quien viene a nosotros los pobres???Es un gran honor para mí. Por primera vez en mi vida me siento como un hombre rico”.
El ladrón se asusto aun más ya que este hombre no parecía estar en sus cabales. Que estaba diciendo??
El maestro dijo: “solo una cosa, tendrías que hacer un contrato. No he encontrado nada en esta casa; esto esta completamente podrido. Pero puedo ayudarte, tú eres nuevo. No serás capaz de atravesar toda la casa, el sótano. Te llevare a todas partes. Pero recuerda, si se encuentra algo: 50 y 50″.
El ladrón dijo: Mi Dios, este es el dueño de la casa”, y comenzó a reírse.
El maestro también se rió y dijo: “Esta bien, si quieres un poco mas puedes tener 60; 60 y 40, porque el verdadero trabajo es tuyo, yo solo soy un guía. Pero la realidad es que no hay nada, he buscado durante treinta años. Seria una verdadera perdida de tiempo. Mi sugerencia es que la noche recién empieza, puedes encontrar la casa de algún hombre rico. Yo no tendría ninguna parte en esto, ninguna comisión. Solo tienes que aceptar una condición”.
El ladrón pregunto: ” una condición, que condición???”.
El maestro dijo:” Llevare mi manta, porque no tengo ninguna otra cosa para darte. Quizás no vuelvas más por aquí. Quien sabe lo que pasara mañana. No puedes rechazarla. Es un regalo.No la has robado, te la estoy dando”.
El maestro estaba parado, desnudo. Era una noche fría, estaba tiritando. Y el ladrón no podía imaginarse que hacer. No podía rechazarlo. El maestro zen tenia lagrimas en los ojos y dijo:” Si quieres volver, solo infórmame dos o tres días antes. Puedo mendigar, puedo reunir algo para ti. Me siento tan pobre. No puedes rechazar la manta, es toda mi posesión, te estoy dando todo lo mío”.
El ladrón quería salir de algún modo. Nunca antes se había encontrado con un hombre así. Tomo la manta y salio corriendo. Y el maestro grito:”!escucha!”. No había escuchado nunca antes una voz tan autoritaria: “! cierra la puerta! y antes de cerrar la puerta aprende un poco de modales. Te he dado un regalo y tú ni siquiera me lo has agradecido, di “gracias”, porque puedo ayudarte mas adelante.
Entonces el ladrón dijo: “gracias señor”. Cerró la puerta y corrió.
Dos años después, lo atraparon en otro robo, y en ese robo encontraron la manta con el. La manta era famosa. Todos sabían que pertenecía al maestro y durante dos años no lo habían visto con ella.
Entonces el juez dijo: ” este será un factor muy decisivo. Si el maestro puede decir que esa manta es suya y puede decir que tú la has robado, entonces no necesito de otro testigo, no necesito de otra evidencia, no necesito ningún otro argumento. Solamente daré sentencia”.
El maestro fue llamado a la corte. El juez pregunto:” conoces a este ladrón???”.
El maestro dijo: ” ladrón??? debe haber un malentendido, el es un hombre educado y de buenos modales. Cuando yo le di la manta dijo:” gracias señor”, y cerro la puerta. Es un caballero, no se debe llamar a ningún caballero “ladrón”.
El juez no sabia que hacer y el maestro le dijo: ” el no puede ser un ladrón, soy su testigo, es uno de mis viejos amigos, no nos hemos podido encontrar durante dos años”.
A causa del maestro zen que era muy respetado, el hombre fue liberado, no hubo alternativa para su liberación, fuera de la corte, se arrodillo a los pies del maestro y dijo: “! ahora voy contigo!”.
La vida entera del ladrón cambio. Se convirtió en un discípulo iluminado del maestro y toda la metamorfosis consistió en una cosa simple; el maestro lo honró en una situación donde otros lo hubieran insultado, dándole así la dignidad propia de cada hombre.